December 8, 2015
December 5, 2015
La última familia que vivía en la Estancia Jesuitica de Alta Gracia.
Imagínense haber crecido en el centro de la ciudad de Alta Gracia y haber llamado 'mi casa’ a la Estancia Jesuítica, actualmente patrimonio de la UNESCO.
Allí fue donde pasó su infancia Matilde García Vieyra, una huésped que se alojó recientemente en el 279 Boutique Bed+Breakfast.
Luego de que su familia heredara esta majestuosa e histórica propiedad, que fue habitada por los Jesuitas hace cientos de años, la familia Lozada - García Vieyra se mudó con sus siete hijos de Córdoba a la ciudad de Alta Gracia.
Aprovechando este magnífico entorno, Matilde y sus hermanos jugaban en los amplios jardines, trepando y escondiéndose en el gigante Aguaribay que se encuentra detrás de la Estancia.
Solían corretear riendo alegremente, de una punta a la otra de los devotos pasillos, en los cuales también jugaban a las escondidas, mientras que los hermanos más corajudos se aventuraban en los techos que conectaban la casa con la iglesia, construida por los Jesuitas, y escalaban las cornisas del campanario.
Cuando el rey de España le concedió a la familia el permiso para abrir la puerta privada de la galería de la Estancia, la cual llevaba directamente a un balcón desde el que se podía ver el interior de la iglesia desde arriba, los niños tuvieron un acceso privilegiado y una vista elevada de ceremonias religiosas y bodas.
Solían espiar en los momentos en que se quitaban los paños negros que cubrían a los santos, durante la Semana Santa, y en las noches solían esconderse para tratar de descubrir el origen de la misteriosa luz que se proyectaba desde el coro.
Se rumoreaba que cuando el gobierno español expulsó a los Jesuitas de Argentina, los sacerdotes escaparon por un túnel subterráneo, túnel que habría estado supuestamente localizado debajo de la iglesia y que los llevaría directamente a Córdoba.
Se dedicaron muchísimas horas a la búsqueda de ese túnel, y cuando los familiares finalmente encontraron la entrada, luego de extensos trabajos de excavación, el gran descubrimiento se terminó de manera repentina y decepcionante, ya que el túnel terminaba allí mismo y no llevaba a ningún lado.
En el año 1973, el gobierno expropió la Estancia a la familia Lozada - García Vieyra, y la convirtió en lo que es actualmente: el Museo de la Estancia Jesuítica de Alta Gracia.
Los Lozada - García Vieyra fueron la última familia que vivió entre los gruesos muros de la Estancia Jesuítica, convirtiéndola en una caja de tesoros llena de recuerdos de infancia.
Allí fue donde pasó su infancia Matilde García Vieyra, una huésped que se alojó recientemente en el 279 Boutique Bed+Breakfast.
Luego de que su familia heredara esta majestuosa e histórica propiedad, que fue habitada por los Jesuitas hace cientos de años, la familia Lozada - García Vieyra se mudó con sus siete hijos de Córdoba a la ciudad de Alta Gracia.
Aprovechando este magnífico entorno, Matilde y sus hermanos jugaban en los amplios jardines, trepando y escondiéndose en el gigante Aguaribay que se encuentra detrás de la Estancia.
Solían corretear riendo alegremente, de una punta a la otra de los devotos pasillos, en los cuales también jugaban a las escondidas, mientras que los hermanos más corajudos se aventuraban en los techos que conectaban la casa con la iglesia, construida por los Jesuitas, y escalaban las cornisas del campanario.
Cuando el rey de España le concedió a la familia el permiso para abrir la puerta privada de la galería de la Estancia, la cual llevaba directamente a un balcón desde el que se podía ver el interior de la iglesia desde arriba, los niños tuvieron un acceso privilegiado y una vista elevada de ceremonias religiosas y bodas.
Solían espiar en los momentos en que se quitaban los paños negros que cubrían a los santos, durante la Semana Santa, y en las noches solían esconderse para tratar de descubrir el origen de la misteriosa luz que se proyectaba desde el coro.
Se rumoreaba que cuando el gobierno español expulsó a los Jesuitas de Argentina, los sacerdotes escaparon por un túnel subterráneo, túnel que habría estado supuestamente localizado debajo de la iglesia y que los llevaría directamente a Córdoba.
Se dedicaron muchísimas horas a la búsqueda de ese túnel, y cuando los familiares finalmente encontraron la entrada, luego de extensos trabajos de excavación, el gran descubrimiento se terminó de manera repentina y decepcionante, ya que el túnel terminaba allí mismo y no llevaba a ningún lado.
En el año 1973, el gobierno expropió la Estancia a la familia Lozada - García Vieyra, y la convirtió en lo que es actualmente: el Museo de la Estancia Jesuítica de Alta Gracia.
Los Lozada - García Vieyra fueron la última familia que vivió entre los gruesos muros de la Estancia Jesuítica, convirtiéndola en una caja de tesoros llena de recuerdos de infancia.
Subscribe to:
Posts (Atom)