Allí fue donde pasó su infancia Matilde García Vieyra, una huésped que se alojó recientemente en el 279 Boutique Bed+Breakfast.
Luego de que su familia heredara esta majestuosa e histórica propiedad, que fue habitada por los Jesuitas hace cientos de años, la familia Lozada - García Vieyra se mudó con sus siete hijos de Córdoba a la ciudad de Alta Gracia.
Aprovechando este magnífico entorno, Matilde y sus hermanos jugaban en los amplios jardines, trepando y escondiéndose en el gigante Aguaribay que se encuentra detrás de la Estancia.
Solían corretear riendo alegremente, de una punta a la otra de los devotos pasillos, en los cuales también jugaban a las escondidas, mientras que los hermanos más corajudos se aventuraban en los techos que conectaban la casa con la iglesia, construida por los Jesuitas, y escalaban las cornisas del campanario.

Solían espiar en los momentos en que se quitaban los paños negros que cubrían a los santos, durante la Semana Santa, y en las noches solían esconderse para tratar de descubrir el origen de la misteriosa luz que se proyectaba desde el coro.
Se rumoreaba que cuando el gobierno español expulsó a los Jesuitas de Argentina, los sacerdotes escaparon por un túnel subterráneo, túnel que habría estado supuestamente localizado debajo de la iglesia y que los llevaría directamente a Córdoba.
Se dedicaron muchísimas horas a la búsqueda de ese túnel, y cuando los familiares finalmente encontraron la entrada, luego de extensos trabajos de excavación, el gran descubrimiento se terminó de manera repentina y decepcionante, ya que el túnel terminaba allí mismo y no llevaba a ningún lado.

Los Lozada - García Vieyra fueron la última familia que vivió entre los gruesos muros de la Estancia Jesuítica, convirtiéndola en una caja de tesoros llena de recuerdos de infancia.
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